Día 23: Nuestra Señora de los Últimos preparativos.¡Hola, sean todos bienvenidos a este tiempo de gracia!Comenzamos con un momento de oración: haz la señal de la cruz invocando a la santísima Trinidad: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Meditación del día en texto:¿Cómo estás viviendo estos días tan próximos a la Navidad? Detente un momento y míralo con verdad. ¿Qué te ocupa el corazón? ¿Qué pensamientos se repiten? ¿Qué peso llevas contigo mientras se acerca el Nacimiento? ¿Qué últimos preparativos estás haciendo en tu vida, en tu corazón, para recibir a Jesús? «Por aquellos días salió un edicto del emperador Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada uno a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, con María, su esposa, que estaba encinta» (Lc 2,1-5). María camina. No sola. José está a su lado. Sus últimos preparativos incluyen organizar lo necesario, sostenerse mutuamente y confiar en Dios. «San José fue llamado por Dios a servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad; de este modo coopera en la plenitud de los tiempos al gran misterio de la Redención» — San Juan Pablo II Los últimos kilómetros hacia Belén no son fáciles: cansancio, incertidumbre, silencio. No saben cómo será el final del camino, pero siguen avanzando. Cada detalle, cada gesto, forma parte de sus últimos preparativos. Hoy se te ofrece una elección sencilla y profunda: ¿acompañas tú a María o dejas que María te acompañe? Ella no impone el paso. Camina contigo al ritmo que puedas sostener. Recorre con ellos esos últimos kilómetros. No los midas en distancia, mídalos en actitudes del corazón. ¿Cuántos “kilómetros” te separan a ti de Belén? Quizá no son geográficos, sino interiores: una preocupación que soltar, una herida que confiar, una prisa que detener.
María y José siguen caminando. Belén está más cerca de lo que parece. Cada paso confiado acorta el camino. Y, sin embargo, el camino no termina en Belén. Belén no es la meta definitiva, sino el lugar donde se reponen las fuerzas adorando el Misterio. Allí se detienen, contemplan, adoran… y luego la vida continúa. Después vendrán otros caminos, otras huidas, otras entregas. Hoy también tú estás llamado a llegar a Belén no para quedarte, sino para dejarte renovar por Dios y seguir caminando con Él en la vida cotidiana, haciendo tus propios últimos preparativos con fe y amor. Oración
María, Madre del camino y de la espera, hoy me detengo para mirarme contigo. Tú sabes cómo estoy viviendo estos días, lo que me ocupa, lo que me pesa, lo que me ilusiona, y los últimos preparativos que intento hacer para recibir a Jesús. Camina conmigo hacia Belén. Si voy cansado, acompáñame. Si voy distraído, recógeme. Si voy con miedo, sosténme. Enséñame a dar hoy el paso que me toca, a recorrer el kilómetro que puedo, a confiar el resto al Padre. Que no me quede lejos del pesebre por no detenerme a caminar contigo. Amén. Hoy, antes de terminar el día, ofrece a María aquello que más te inquieta de esta Navidad. No lo resuelvas. Entrégalo. Ella sabe preparar lo que tú no sabes. «María es la mujer que sabe transformar una gruta de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura» — Papa Francisco
Terminamos con la oración de la comunidad:
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